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11 enero 2013 5 11 /01 /enero /2013 18:02

 

Descreer de uno mismo es un derecho fundamental de las personas, pero no sé si tanto de las instituciones y sobre todo de instituciones como Dios, que es toda una institución. Las instituciones han de delegar la generación de confianza en quienes hablan por ellas. La credibilidad nace de la confianza y entre ambas generan un espacio imprescindible para crecer y generar crecimiento.

Esta credibilidad viene dada por quien representa la institución, quien es su “vicario” y claro viendo los “ vicarios” de algunas religiones lo lógico es que la confianza disminuya. Qué tipo de credibilidad puede generar el vaticano y los obispos, cardenales, papas y demás “vicarios” entre los creyentes. O en el caso de los musulmanes qué pensaran cuando vean a a los talibanes. Unos por corruptos y amantes del poder hasta la saciedad y otros por fundamentalistas y amantes de la incapacidad de razonar para doblegar más fácil a todo el mundo, la verdad que dejan bastante que desear como representantes morales de nadie.

 Talibanes.jpgel-vaticano1

La sensación que me he traído de mi país es la misma. He pasado unos días allá y constato que nadie quiere creer en España fundamentalmente por los “vicarios” que representan la idea de lo que es español, las instituciones son aborrecibles a los ojos de los ciudadanos, desde el congreso hasta el palacio de la Zarzuela todo está tiznado de ese tufo que recorre aquello que no queremos que se nos acerque. Ese olor a podrido que se ha ido adueñando de todo lo que suena a oficialidad. Una de las perjudicadas es la democracia. Nadie quiere participar en un proyecto compartido, porque nadie quiere compartir nada con quienes lideran ese proyecto. Para fortalecer la democracia debemos fortalecer la participación, no debilitarla. Pero claro casi como le sucede a Dios (imagino), uno está tentado de dejar de creer en uno mismo por culpa de lo que hacen quienes nos representan.

EspanaRota.png


Tenemos derecho a dejar de creer en nosotros mismos, de forma individual, lo que de forma impepinable nos da el derecho a dejar de creer en el colectivo al que pertenecemos. Esto es más notorio cuando quienes nos representan nos han dejado sin imagen, sin referentes, sin modos de contarnos un futuro distinto, un futuro que genere la necesaria complicidad para intentar conquistarlo todos juntos. Pero lo que no dejo de cuestionarme es ¿tienen las instituciones derecho a dejar de creer en ellas? Por lo que he visto ni el Rey, ni el presidente del gobierno, ni los ministros, ni los diputados, ni los senadores, ni los jueces, ni nadie se cree que podamos hacer algo para mejorar nuestra situación como colectivo y defienden permanente e insistentemente un sálvese el que pueda y como pueda.

Si las instituciones no creen en ellas y así lo reflejan las personas que las representan, ¿Qué hay que hacer? ¿Cómo me enfrento a un Dios en el que creía y me confiesa que es ateo? ¿Cómo vivo en un país que no se siente país?

autoestima.jpg

Lamentablemente el PSOE está muerto. El PP es uno de los partidos más incapaces de la historia de España y esa pretendida formación de consenso que se llama IU es de una patanería casi rayana en el ridículo. No vamos a salir de esta si no somos capaces de reinventarnos otros modelos de “vicarios” que digan de nosotros aquello que de verdad queremos que digan de nosotros y no lo que ellos quieren decir.

Creo que Dios no tiene derecho a ser ateo, tiene la obligación de reconvenir a sus vicarios una mejor forma de representación, más cercana a lo que quiso construir como mensaje y alejada de las falaces interpretaciones que le fueron creando. La democracia no se pude dejar mangonear por unos vicarios incapaces. Los ciudadanos, que en este caso somos Dios, tenemos la obligación de reconvenir a nuestros vicarios para que de verdad sean nuestros representantes. No nuestros mangantes. Tomar conciencia de que la democracia sólo se preserva participando mucho más allá de una maldita urna, es algo que debemos comenzar a construir desde ya. De no hacerlo ya no hay ninguna salida ni para mi país ni para ninguna otra democracia que se construya sólo el día de las elecciones.

copa_rota-1-.jpg

Ha sido un viaje triste este que hice a Madrid ( no en lo personal-familiar que fue muy dichoso), por lo que he visto y sentido en mi país, que lo están destrozando unos vicarios incapaces y maledicentes. Pero también por ver una población diezmada por la depresión y la sensación de derrota. Como diría Kavafis y cantaba de forma magistral Lluis Llach

Més lluny, sempre aneu més lluny,

Más lejos, id siempre más lejos,

més lluny de l'avui que ara us encadena.

más lejos del presente que ahora os encadena,

I quan sereu deslliurats

y cuando os sintáis liberados

torneu a començar noves passes.

emprended otra vez nuevos pasos.

Més lluny, sempre molt més lluny,

Más lejos, siempre mucho más lejos,

més lluny del demà que ara ja s'acosta.

más lejos del mañana que ya se está acercando.

I quan creieu que arribeu, sapigueu trobar noves sendes.

Y cuando creáis que habéis llegado, sabed encontrar nuevas sendas.

La poesía seguirá siempre siendo un arma cargada de futuro.

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Comentarios

R
Magnífica comparación. Lo de que Dios es la ciudadanía me ha llegado bien dentro. Un fuerte abrazo.
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