Comencé a escribir este blog en el remodelado aeropuerto de Bogotá, El Dorado, que ha quedado francamente bien, uno se siente cómodo, wi-fi libre ejemplo a seguir, por ahora no hay aglomeraciones, aunque al ritmo de crecimiento de esta ciudad posiblemente se quede pequeño en breve.
Pensaba en los congresos de cultura, nacidos a la luz de un cierto espíritu virreinal del ministerio de cultura español y que en el señor Cesar Antonio Molina, quien también creó los congresos de la lengua cuando dirigía el Instituto Cervantes, a veces era especialmente notorio. Los procesos de creación de un "Espacio Cultural Iberoamericano" se hacen sin la equidad imprescindible entre las partes americana e ibérica. El concepto “iberoamericano” no se ha incorporado en América Latina, sería un detalle que España aprendiera a incluirse en América Latina, en lugar de querer incluir a toda América Latina en la península.
Resulta imposible no comenzar por el tema que inundó el congreso, la seguridad ante la visita del Príncipe de Asturias. Fue un espectáculo del peor gusto, de la peor catadura, y con las peores formas (completamente ajeno a los organizadores). Algo que se adueñó de los pasillos, que como todo el mundo sabe es el espacio que marca el éxito o el fracaso de un congreso, sea de la índole que sea. El único tema de conversación fue lo desagradable de tener que sufrir esas injustificadas “vejaciones” y utilizo el termino con pleno conocimiento de causa, o si no que le pregunten a un gran amigo y colega de profesión al que se llevaron a revisar a un cuartito cerrado y al que además una vez revisado le dijeron esa amenazadora frase de: “ya desde ayer te venimos observando”. Todo un derroche de mala educación ante los amigos latinoamericanos, que tuvo su fase más esperpéntica un par de días más tarde mostrando la incapacidad de conseguir que el “Príncipe asegurado” volara a Brasil. La Marca España, señor Margallo va haciendo barrena por donde pasa.
El segundo punto que me llamó poderosamente la atención de este congreso fue la utilización del tiempo, una campana avisaba a gritos que se acercaba el final de la presentación, y una música estruendosa no dejaba seguir cuando tu tiempo había finalizado. A eso se sumaba un exceso de mesas y temas que impedian poder pensar con calma en un hilo conductor sobre ese futuro que se dibuja entre la cultura y la digitalización en América Latina, y en su relación con Europa sobre todo con la península ibérica.
Sin duda la intención al incorporar esa inmensa cantidad de temas era generar un abanico amplio de posibilidades y ofertas. Pero a mi modesto entender, esa buena intención se vio sobrepasada por la oferta que impedía profundizar en nada, algo que notamos desde la primera mesa, la de los ministros. Al menos yo fui incapaz de saber que se había dicho o que era lo que se quería decir. El mensaje político con el que se pretendía abrir el Congreso quedó ahogado entre campanas y músicas que silenciaron la posibilidad de entender el objetivo que se buscaba con el encuentro.
Esta bien regular el tiempo y proponer una oferta amplia, pero me choca que esa regulación temporal y esa amplitud en la oferta se haga importando métodos tan diferentes a los usuales de las culturas latinas, la diversidad es lo que tiene, que cada uno se expresa de unas formas que a veces no quieren imitar a otras, sino mostrarse en lo que son con sus fallos y sus torpezas, pero suyas.
No quiero dejar sin mencionar que las presentaciones internacionales me parecieron excelentes, pero creo que en América Latina hay cosas más sorprendentes, mejores y más útiles para la realidad que se vive en esta parte del mundo que lo expuesto por los compañeros de UK, USA u otros lugares del mundo. Nuestras experiencias fueron premiadas, pero no fueron contadas, porque 3 minutos no es tiempo para contar nada de nada. Entre las charlas magistrales de la mañana que eran las que contaban con más tiempo sólo la presencia de Pablo Arrieta, la más aplaudida, fue muestra de lo que por acá se siente sobre el tema.
No es un buen balance el que me queda tras el inmenso esfuerzo que sin duda realizaron los organizadores del encuentro. Lo digital ha entrado con mucha fuerza y nos ha dejado a todos con los pelos alborotados, y creo que hemos dejado pasar una oportunidad de oro para buscar caminos conjuntos. Un camino para entrar con mirada renovada en ese espacio que soñamos algunos, un espacio cultural conjunto y con fuerza para ser capaz de competir en igualdad de condiciones con otras culturas, que ya actúan en cooperación y con ideas fuertes y sólidas.
Buena suerte a Costa Rica en la dificil tarea de continuar esta labor que tras cinco intentos todavía debe pensarse con calma para perfilar mejor sus conquistas.