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10 septiembre 2013 2 10 /09 /septiembre /2013 03:22

Era este un mes en el que siempre tenía que presentar repescas en el colegio. Mi vida de estudiante de bachillerato me llevó a pasar veranos enteros encerrado entre libros de matemáticas,  física o química, mis grandes enemigas estivales. Desde entonces septiembre ha quedado como  el mes en que uno se replantea procesos de trabajo, modos de entrar en el nuevo curso y con el tiempo maneras de buscar  la cartera de ingresos. Una forma  volver a presentar exámenes, salvo que  ahora  las calificaciones son un poco más jodidas que en el colegio. Un suspenso tiene unas implicaciones bastante más nefastas que las escolares. 

Pero  no sólo es el inicio de un  curso personal, porque lo personal viene marcado y con los años más por   lo colectivo. Los políticos “atacan de nuevo”, a nadie se nos ocurre pensar “nos defienden de nuevo”, los ministerios sacan nuevas leyes que nos van a complicar el curso que comienza, hay cambios de carteras, (no escolares) cambios de estrategias. En septiembre las notas de aquellas asignaturas que habían quedado colgadas me decían si avanzaba  o no. La recompensa final del esfuerzo era pasar de curso. Seguir con los compañeros y trabajar en otra aula, en otra habitación con pizarra, pupitres y tarima para el profe, es decir igual a la anterior, pero era otra, y eso siempre era un aliciente.

Ahora con esta “mierda” de ser mayor no pasa así. Los cambios son más internos,  ¿Por qué nos cuestan tanto los cambios, pero al tiempo los deseamos de esa manera? Septiembre ha marcado cambios que luego lo han dejado todo ¿igual? Las torres gemelas, el asesinato de Allende,  Ana Frank  enviada a un campo de concentración, Eastman y su primer rollo de película, y en clave muy española nació Adolfo Suarez, sí que cambiaron cosas, muchas cosas tras estos acontecimientos. Muchas cosas.

septiembre.jpg

Este septiembre vuelve  estar repleto de cambios, que dan mucho susto. Jesús Martín Barbero en una excelente conferencia dada en la Universidad Minuto de Dios, en Bogotá y que uno encuentra en youtube,

http://www.youtube.com/watch?v=wTLjXeXkc0A#t=3522

nos advierte de  algunos de los cambios más dramáticos. El valor (económico) coopta al sentido ( la creación de sentido) . El gran triunfo del capitalismo es ese. La gran derrota de la cultura está siendo esa. No generamos sentidos nuevos, no peleamos sino que muchas veces nos dejamos “comprar”. El  mundo  anterior, el que se está desmoronando nos ha dejado sin piso y creo que sin discurso.

Este septiembre se ha visto (se ha notado más ya se veía venir) la ausencia de política en el mundo como señala Martín Barbero, pero lo peor  sigue siendo la ausencia de mensajes del mundo de la cultura. No hago otra cosa más que preguntarme ¿será que ese mundo era una invención, que no es real? ¿Será que debemos hacerlo de otra forma? ¿pero cómo, con quienes?

Son muchas las noticias que nos dan muestra de la crisis de nuestro sector. Dónde están las que dan idea de por dónde vamos. Qué inventamos, Qué proponemos.

http://www.caracol.com.co/noticias/actualidad/artistas-colombianos-el-tlc-devastara-la-cultura-colombiana/20051114/nota/220958.aspx

http://www.elmundo.es/elmundo/2013/08/30/cultura/1377887912.html

http://vozpopuli.com/actualidad/30450-llegan-a-150-las-salas-de-cine-que-cierran-sus-puertas-en-espana

http://www.cultura.gob.cl/reportemuseos/reporte_museos.pdf

 

museo-con-cuadros-vacios-copia-2

 


 

Es más que evidente que los modos y las maneras tradicionales de hacer, difundir, comercializar y disfrutar de los productos culturales, están cambiando. Pero ¿dónde está el mensaje de los creadores? ¿de los pensadores?  Todos constatamos lo que sucede, pero es hora de  decir lo que debe suceder.

Acabo de tener el honor de prologar un libro que se llama “Auto-emprendedores, Manual para la autoedición” escrito de forma brillante por Gerardo Neugvosen, seguro que en breve tienen noticias de este trabajo, y pensaba, ¿es por ahí el cambio?

Puede que sea esta una de las vías que hemos de repensar, dejar de estar tan pendientes de los grandes procesos de distribución en los que lo latino siempre ha sido bastante “poco eficaz” y comenzar a potenciar los nuevos modos de interconexión, en los que cero que somos más propositivos, más creativos y más activos, aunque generemos menos capital. Pero es el momento de dejar de pensar en lo “único” y por desgracia esta unicidad no es sexual, es crematística.

Es hora de comenzar a pensar en generar sentidos nuevos, en activar valores a partir de aquello que construimos para contrarrestar la “indigna” caída  de todo lo que significa elaborar una identidad basada en la diversidad,  el respeto y la inclusión del otro, aunque sea un otro sin dinero. Un otro de verdad distinto.

Este capitalismo obtuso nos ha robado todo lo que somos, nos está robando todo lo que tenemos y nos estamos dejando robar todo lo que soñamos.

 

Las nuevas tecnologías deben servir para algo más que para escribir “blogs”  y correos electrónicos. El desafío de la nueva gestión cultural creo  debe ir por ahí, aunque todavía no tenga muy claro cuál es el resto del camino. 

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11 agosto 2013 7 11 /08 /agosto /2013 14:50

Hay  espacios en los que  el pasado no deja aterrizar al futuro, otros, los que mejor conozco, viven como si el presente no existiera y  cada día  fuera mañana. El presente se ha ido esfumando de casi todos los escenarios. La gente joven le apuesta al futuro como única salida. El presente   no les gusta, los están (estamos) estafando por todas partes y  a nadie le  gusta sentirse  estafado de forma permanente.

Inventamos, aceleramos procesos con una obsesión desmedida, quizá con el objetivo de  saltarnos el presente. Estamos en un cambio tan radical de época que nos gustaría  vivir ya en la siguiente. Es precioso esto de los cambios,  es precioso ser el protagonista de las transiciones. Pero lo es  cuando somos nosotros quienes decidimos dónde queremos ir y empujamos hacía allá, no cuando nos empujan aquellos en quienes menos confiamos  y lo hacen a lugares que  generan  tanta desconfianza, es miedoso. Este miedo  convierte el presente en un mero trámite del que debemos escapar cuanto antes.

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En esta huida hacia adelante la cultura como siempre  tomo ventaja y nadie se dio cuenta. Ella decidió para si misma un futuro diferente al que le habían dibujado desde los ministerios del ramo, un futuro distinto al que las políticas culturales parecían destinarla y se fue colando por vericuetos y espacios que nunca habíamos pensado para ella. Se tornó parte esencial del cambio sin levantar sospechas.  Se hizo contenido de las redes sociales,  volvió a la oralidad, pero esta vez de manera digital. Recuperó el encuentro y la conectividad que es la esencia de su existir.  ¿Qué otra cosa es un mensaje en  la red sino un relato oral, pero en la oralidad del siglo XXI. Qué otra cosa es un tuit sino una lanza de la palabra de quien la escupe con fuerza contra quien  nada puede contra ella?

Volvió la oralidad y con ella esa manera de hacer cultura en la calle, por encima de la elitista forma de difundir cultura que pretendía el modelo del siglo pasado, soy el primero en afirmar que muchas de las cosas que he  defendido hoy ya no son defendibles. Al menos no como las defendía, al menos no como hablaba de ellas. Me ha rebasado el futuro que vivo cada día en este presente mutilado. Ahora estoy en la de  averiguar cuál es el modelo que quiero defender, qué cosas son las que quiero saber y que cosas son las que creo que se deben cambiar.

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No renunció ni reniego de nada de lo que  se ha hecho, de  los modelos que se han trabajado. Sin renunciar a ellos va llegando el momento de incorporar el presente a este futuro que se nos cuela por todas las rendijas.

La cultura mucho más lista y más ágil de lo que hemos sido capaces de prever,  se nos ha escapado de las “cárceles” que habíamos creado para ella, ya no está “sólo” en los museos, ni en las bibliotecas, ni en los archivos, ni en esa caduca manera de concebir el patrimonio cultural, se ha convertido en muchas más cosas de las que pensábamos que era, no está nada mal que haya sido así, que esté siendo así. Sucede que con este cambio gestionar la cultura es algo mucho más complejo  que gestionar instituciones culturales. Trabajar con la cultura es cada vez más un acto de maridaje entre el futuro que nos anuncian o que ni siquiera nos anuncian nos embuten a borbotones de invenciones y el presente que se nos niega. En otros lugares (que no son pocos),  se convierte en un acto de maridaje entre un pasado del que no se quiere salir, que no se quiere abandonar y una globalización atroz que no respeta tiempos, ni creencias, ni maneras de estar y reivindicar identidades.

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Por encima de todo sigue siendo un acto de creatividad, de búsqueda, de encuentro y de colectivos. Sigue siendo un proceso de cooperación, de trabajo con otros, de complicidades. De todo aquello a lo que está renunciando la política y a lo que nunca llegará el mercado. Es el acto humano más humano en medio de un  mundo que parece querer renunciar   a lo humano. Un mundo que le ha dado mucho más pábulo a lo que nos separa que a esa búsqueda de  la mejor manera de estar juntos. 

Construir un futuro posible para todos ( y somos muchos) precisa de una reflexión cultural y de una activa participación de quienes trabajamos en ella y con ella. Comenzar por revisar sus modelos de legislación, de políticas, de gestión; para favorecer los procesos de difusión, comunicación y acceso, hacer dialogar pasado, presente y futuro es un terreno en el que la cultura debe continuar innovando, construyendo alternativas y proponiendo nuevos debates. Y no lo está haciendo (creo).

 

 

 

 

 

 

 

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28 junio 2013 5 28 /06 /junio /2013 14:56

La diversidad en América Latina ha sido objeto de importantes debates conceptuales tanto en la esfera política como en la académica,  su inclusión  en las constituciones de reciente cuño así lo demuestra. La presión fundamental ha venido de la sociedad civil, quien no ha cejado hasta ver que se avanzaba en el proceso de respeto y búsqueda de una igualdad legislativa.  Es así y sólo así como el poder se da cuenta de las cosas que debe  transformar, y cuanto mayor es el empujón, mayor es la necesidad de dar cabida a esas transformaciones, ahí radica una de las fortalezas  de los votos.

Este avance conceptual y  legislativo no tiene ni en América ni en Europa un reflejo en términos de visibilidad. La visibilidad se produce en los espacios en que nos hacemos  visibles (perdón por el Perogrullo), esto es en las pantallas, en los libros, en los medios de comunicación,  en los espacios de farándula y deporte. Obviamente el primer espacio de visibilidad es el poder, todo aquello que gobierna, ejecutivos, banqueros, políticos, educadores, gestores de instituciones públicas, etc.

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Bitacora de atención a la diversidad:  especial-ugr. blogspot.com

En su momento las mujeres necesitaron un empujón, era patente y patética la supremacía de los hombres en todos esos espacios de visibilidad. Todavía no es que haya dejado de ser patente aunque sí es un poco menos patética. Ese empujón en el que (casi) todos hombres y mujeres estuvimos de acuerdo sirvió para compensar el inmenso desequilibrio social que en temas de género existía.

En estos momentos la diversidad es leíble, pero no es visible.

¿Se necesita un empujón como el que se dio a la presencia de las mujeres en su momento?  Mi opinión personal es que sí. Necesitamos negros en las televisiones, indios en los espacios gerenciales, travestis en otros lugares de la web que no sean sencillamente las páginas porno. Necesitamos espacios de culto para otras religiones que no tengan que estar estigmatizados como  “nidos de terroristas”. En definitiva necesitamos instalar la diferencia entre nuestras formas de mirarnos.

La legislación ha avanzado mucho, pero en las bibliotecas todavía no hay espacios donde se pueda estudiar el tema étnico con facilidad. Lugares en que haya referencias a esa otra historia que ha ido fraguando nuestro futuro;  eso sí se nos llena la boca de ancestros de otras etnias, porque eso da una identidad más compleja y merece la pena presumir de ella, pero de ahí a aceptar que  siguen en nuestras vidas y que pueden ser los abuelos de otros “nosotros” que necesitan tener identidades complejas para poder reivindicarse… va a un trecho.

La diversidad no tiene espacios de visibilidad. Los étnicamente “puros” hemos ocupado el mundo haciendo que lo demás quede siempre opacado, escondido. Como decía un gran amigo:  “ese negro tiene tanto dinero que hasta parece blanco”. En España la izquierda reivindica un pasado árabe, pero no le da cabida a ningún árabe en los espacios de decisión.  Europa esconde la diferencia, le molesta,  no sólo no es visible, sino que por desgracia cuando se hace visible salen imbéciles redomados a las pistas de tenis y a las calles de Paris a protestar porque se les dan derechos. los dejan casarse, a los diferentes, a los que no son heterosexuales, y además se esconden detrás de la defensa de los niños, o diputadas fascistas como esa incalificable señora de la liga norte que animaba a violar a la titular de integración en el gobierno italiano por ser negra. Seguro que los niños prefieren diez millones de veces tener  papas del mismo género y   que los quieran a que les toque en suerte una fascista de la liga norte  que los eduque a  patadas.

No sabemos aceptar que el mundo está compuesto por gente que no es como nosotros, y la prueba de ello es que cada vez les damos menos oportunidad de estar y de mostrarse. Obama es un caso significativo de lo que puede producir eso que llamamos discriminación positiva.

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"Vocho" y arte indígena - Efe Agencia

Sí creo que la cultura debe ser una punta de lanza para dar  visibilidad a la diferencia. Son pocos museos  que exponen cosas diferentes a las aceptadas por una historia del arte hecha en el siglo XIX con parámetros de cuando ni siquiera la diversidad era leíble.  O pocas salas de cine las que proyectan cosas diferentes a las aceptadas por Hollywood. Sin hablar de las pocas caras que llevan matices a las pantallas o los pocos cuerpos que se encaraman en muletas en espacios de visibilidad. Parece que el concepto de estética humana todavía no ha sabido salir de los cuadros del renacimiento, y el “éxito mediático” está reñido completamente con otra cosa que no sea el metraje correcto y el color adecuado.

Construyamos una visibilidad para la diversidad desde la cultura. Reclamemos imágenes diferentes, historias del arte que incluyan otras formas de hacer arte, músicas que hablen de otros modos de estar en las almas y los cuerpos. Danzas que pueden ser igual de clásicas que el Cascanueces, pero con otros ritmos y otros cuerpos. La cultura guarda demasiados silencios ante la ausencia de diversidades en sus “manifestaciones” más “patrimoniales” y ya es hora de ir cambiando ese discurso que sobre todo es ABURRIDO.

 

 

 

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3 junio 2013 1 03 /06 /junio /2013 17:33

Antes hablar de  cooperación era casi sinónimo de asistencialismo,  hoy cooperar  significa cada vez más hacer  cosas conjuntamente. Buscar cooperación ya no es  buscar el capital puro y duro, a eso se le llama subvención, préstamo o financiación;  cooperar  es pensar, ejecutar, evaluar y comunicar con otro u otros. Como anunciara en su momento Néstor García, la cooperación se va moviendo a la cooproducción. 

Las palabras mutantes como le escuche por primera vez a mi querido Juan Luis Mejía son así de maravillosas, se mueven entre significados y épocas, en ninguna fueron falsas y en ninguna terminan por ser ciertas, en  sus estadios van construyendo su significado.

Hace  casi dos años escribí un libro en que reflexionaba sobre algunos procesos de la cooperación cultural;  lo dicho  en el momento que  se escribió, era completamente cierto. Hoy no se  ha  vuelto falso, ha evolucionado hacía otros espacios que son maravillosos e igualmente validos aunque a veces sean  diferentes de los anteriores. 

El dialogo se está abriendo  de forma interdisciplinar,  cada vez más se va viendo la impostergable necesidad de construir nuevos modelos de educación que dialoguen con la cultura, procesos de medio ambiente que se estructuren en torno a comportamientos culturales, campañas de prevención sanitarias apoyadas en los modelos culturales de las regiones donde se ponen en marcha. Sin mencionar los avances en la relación entre ciencia y cultura,  o la continua simbiosis que se viene produciendo entre economía y cultura, aunque por desgracia  la economía sigue pareciendo impermeable a los procesos culturales y por el contrario la cultura se ha dejado permear en exceso por los económicos.

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http://actuas.jimdo.com/

Pero un síntoma preocupante está  sacudiendo la relación de los espectadores con la cultura, la “gratuidad”. La argumentación para justificar la misma es fácil, una vez que acostumbres a los espectadores a asistir a determinados espectáculos ellos los buscaran y asistirán pagando. Parece que algunas investigaciones han demostrado lo cierto de esa tesis, la generación de nuevos públicos necesita seducción  y para ello es imprescindible que se acerquen por primera vez.  Dar a conocer, acercar, poner la miel en los labios, son procesos que parecen dar  resultados positivos, pero sin duda acarrean algunas reacciones contrarias a lo esperado.

Entre la contundente bajada del poder adquisitivo de los ciudadanos, las subidas indiscriminadas de algunos espectáculos mayoritarios y comerciales, y la oferta gratis en muchos medios virtuales de infinidad de productos culturales, los modos de financiación de la cultura están sufriendo retrocesos que los hacen en mucha ocasiones inviables.

L-Bruni-El-precio-de-la-gratuidad.jpg

Creo que el siguiente paso que se debe dar es el de la cooperación entre el público y el creador. La cooperación entre quienes consumen determinados productos culturales y quienes los producen. Las  medidas policiacas implementadas por las sociedades de gestión en algunos lugares, sumadas a los  procesos de corrupción, han construido una referencia nefasta.

Por otra parte seguimos sin atrevernos a mirar a quienes más se benefician de las creaciones ajenas, que no son quienes las bajan, sino quienes prestan sus plataformas para que eso suceda. No es culpando ni sancionando a los consumidores como vamos a cambiar este proceso de “gratuidad”, es repensando el valor de la cultura y renegociando unas leyes de derecho de autor que en este momento se muestran ineficaces para creadores y  consumidores y excesivamente benéficas para los distribuidores en masa de contenidos,  dueños de medios de comunicación y plataformas de distribución masivas. Una mirada del siglo XXI para un problema del siglo XXI, pero da mucho miedo en el terreno político meterle mano a esos grandes conglomerados que quitan y ponen mandatarios con tremenda impunidad.

Como siempre la ley favorece a los más fuertes, pero los más débiles tenemos en nuestra imaginación y nuestras propuestas algunas de las llaves para el cambio. La cooperación entre "creadores" y "consumidores", una mayor sensibilidad de las políticas  que las haga capaces de respetar a los autores, al tiempo de generar facilidades de acceso para quienes quieren conocer los productos, creará sin duda una mayor sensibilización de los consumidores hacia los creadores, para mejorar una relación que no atraviesa sus mejores tiempos. Más plataformas legales, con precios asequibles, con tarjetas de prepago, con posibilidades para quienes no están en los sistemas bancarios, en fin una serie de medidas que se hablan y se hablan, pero que no terminan de nacer, y que quizá debieran hacerlo de la mano de esas plataformas de creadores que son las entidades de gestión de los derechos de autor. 

derecho de autor

 

Son muchos los ejemplos de co. operaciones como los que me mostraron en este último viaje a Manizales y cuyos links pongo en los recomendados de junio. Hay mucha, mucha nueva manera de acercarse a procesos conjuntos y compartidos de hacer y mostrar. Pero todavía hay rezagos que no se han terminado de solucionar de forma compartida. Hay síntomas preocupantes de que en los procesos culturales todavía se hacen cosas - y muchas - en las que no se consulta con todo el mundo y se trata de imponer el beneficio para unos pocos. Algo en lo que no sólo hay mucho dinero en juego, hay mucho de eso que hemos dado en llamar transferencia de conocimientos. Acceso y participación. Hay mucho para seguir mutando la palabra cooperación a estadios cada vez más participativos. Evitando los viejos modelos impositivos, buscando soluciones que beneficien a muchos, que no sólo piensen en unos pocos, por poderosos que estos sean. 

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11 mayo 2013 6 11 /05 /mayo /2013 14:04

Flores al 15M 

Mi querida amiga Elvira, colombiana de pro y enamorada de España y de algún (1) español, me lo decía con esa sabiduría con la que me ha dicho  otras muchas cosas: “el problema de España es que sigue siendo  franquista” , y eso lo dijo cuando todavía el franquismo no era tan evidente como ahora, claro decirlo ahora con Gallardón defiendo úteros preconciliares y Rajoy  con el poder judicial  salvando de la quema  a reyes  e infantas, pues no tiene mérito. Pero cuando  se lo escuche por primera vez he de confesar que descreí de tal afirmación por sentirla exagerada.

Me había propuesto no escribir más en este blog sobre la calamidad que atravesamos, pero creo que es necesario felicitar a la gente que sigue peleando con fuerza en las proximidades del aniversario del 15M. Además que resulta difícil  dejar de lado toda la mediocridad, maldad  e ineptitud que está matando mi  querido país  al que siempre le agradeceré miles y miles de cosas, entre ellas haberme lanzado a la vida, detalle no menor.

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Sobre el hecho de que Franco fue un golpista, asesino y dictador parece no tener duda nadie salvo la academia de la historia española, pero además de todo eso fue un hábil manipulador de las emociones hispanas, supo entender  que éramos franquistas antes de Franco. No se entiende que todavía tengamos Roucos y obispos de tamaña ambición y mezquindad. No se entiende que la iglesia haya registrado y siga registrando miles de propiedades a su nombre

La Iglesia española viene durante años poniendo a su nombre casas rectorales, viñedos, olivares, atrios, solares, pisos que pertenecían a los pueblos o que, en todo caso, nunca se registraron. Y lo ha hecho calladamente, sin que nadie percibiera esta suerte de voracidad inmobiliaria amparada por los artículos 206 y 304 de la Ley y el Reglamento Hipotecario. Los obispos pueden emitir certificaciones de dominio como si fueran funcionarios públicos. (El País 11.08.2011)

No se entiende que seamos incapaces de generar un partido de izquierdas que sepa  aglutinar la fuerza de la gente joven española, mayoritariamente de izquierdas (claro a saber qué significa esto de ser de izquierdas),  pero que no se siente representada por una  oposición que parece un apéndice del partido en el gobierno. No es un descreer del sistema de partidos –que también-  es que no hay partidos que sean ese puente entre la ciudadanía y  el poder político;  no hay en quien confiar ni material, ni moral, ni políticamente.

Mientras tanto  la derecha saca  tajada de todo, la derecha nacionalista, -con ese inclasificable Artur Mas a la cabeza-  se lleva el grito de la “radicalidad democrática”, y siembra tempestades. No vientos, tempestades; es muy fácil enardecer con el  nacionalismo que tanto camino está haciendo en Europa. Un continente que termino la segunda guerra con menos de 30 países y va por más de 50. Un éxito esto de la UE ¿eh? Un nacionalismo al que es difícil creerle que está peleando por un sistema más humano y de mirada social cuando ya de entrada la destrucción de lo público que pregona deja el gobierno sin funcionarios y sin personal que entienda del funcionamiento de lo colectivo, destrozando escuelas, hospitales, centros culturales, todo,  para dárselo a sus amigos que lo son también de Aznar y del claustro de banqueros desahuciadores.  El más puro estilo Esperanza Aguirre. Casi debieran crearse un espacio independiente para ellos, Aguirre, Cospedal, Rajoy, Gallardón y Mas. Sorprende que ERC se haga cómplice de esa mirada ¿a cambio de qué?  de una independencia guachafa y revestida de ese inmoral tufo de la compra de lo público por parte de lo privado. Pero la gente necesita desfogarse y necesita culpables y este estúpido gobierno de derechas culpa al otro estúpido gobierno de derechas(hoy sí sabe lo que es derechas, capital+lucro+individualismo+exclusión+pobreza+estafa+corrupción

=derecha) 

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No he vuelto a escribir sobre este tema  para decir todas las obviedades que ya he dicho y que ya había dicho, sino para darle las gracias a la gente que sigue peleando, que sigue intentando construir una realidad diferente para los que vienen detrás. A la gente que no se come más werts, ni gallardones, ni mases, ni cospedales, ni infamias (infantas) parecidas. Gracias de verdad porque os necesitamos en el mundo. Necesitamos repensar la izquierda (la derecha se repiensa solita) y reinventar un proceso de construcción social y vuestra lucha, vuestro esfuerzo va alimentado muchos de los trabajos que deben ir fructificando en el mundo. La marca España hoy día existe, y por suerte ya se va librando  de reyes y princesas, y se va llenando de gente que no le come cuento a las tonterías de las iglesias que acumulan propiedades, ni a la banca que estafa a quien se le acerca, ni a políticos ladrones, ni a mediocres constructores de informativos doctrinarios, ni a directores de periódicos inquisidores de la palabra y la expresión libre, ni a jueces que saben que actúan con la mentira en la mano y lo siguen haciendo, ni a empresarios capaces de aprovechar el deterioro para pagar cada vez menos a sus empleados, ni a ministerios incapaces de pensar en la gente porque sólo son capaces de pensar en quienes los mantienen en el poder.

La Marca España existe porque  siguen saliendo los que creen  en los ideales del 15M y  este 15M merece un blog de felicitación pública y de agradecimiento sonoro. Lo más sonoro que cada uno pueda. Como con todo hay cosas que me gustan más y cosas que me gustan menos, pero lo que me fascina es esa capacidad de dar la cara, de salir a defender opciones de vida, de creer que el cambio es posible y esa maravillosa manera de insuflar a la sociedad la fuerza precisa para decir NO, y encontrar caminos para cambiar realidades.

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La Marca España existe porque existen quienes siguen saliendo todos los días a la calle a pelear a decir que ya está bien de mentir, de estafar y de asustar. La Marca España existe porque querida Elvira, nos vamos a librar del franquismo, veras que sí. 

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29 marzo 2013 5 29 /03 /marzo /2013 17:52

 

 

En este fin del mes de marzo y azuzado por la semana de pasión, tengo una serie de perlas que quiero escribir sin hilvanar, sin urdir, sin entrelazar, con el único afán de pelear. A modo de greguerías, no, … van a ser más largas, no a modo de greguerías que hay que ser muy hábil para ellas, a modo de reflexiones inconclusas; de espuelas para el debate…  ni modo de explicar a modo de qué.

1.- La legislación sobre los derechos de autor es otro canto más a la economía de mercado más reaccionaria y tradicional. Incapaz de atacar a las grandes multinacionales que viven de la cultura, que comen de los creadores y que no pagan un céntimo ni a la cultura ni a los autores. ¿Si las grandes empresas de telefonía viven de mi mayor bien cultural que es la palabra, trafican con contenidos culturales con una “cuasi” impunidad” total, consiguen  páginas en las que el consumo cultural es su principal atractivo… No serían ellas las que debieran aportar un porcentaje mayor a la gestión de los derechos de autor? Pero quien se atreve a meterles el diente y a enfrentarse con Claro, Comcel, Tigo, Telefónica, Vodafone, etc. La ley Sinde que comenzó el  ministro Cesar Molina y termino el actual Wert, ha sido lo único en lo que han coincidido PSOE, y PP, … como se decía en tiempos del franquismo si un obrero come merluza uno de los dos estas podrido, pues aquí raro que coincida tanta gente que no coincide en nada más en política cultural ¿no?

Las múltiples casas de gestión de los derechos de autor que hay en América Latina y las que hay en España, ¿no tienen nada que decir al respecto? Y si tienen algo que decir ¿dónde lo dicen? Parece que lo único que le preocupa a la gente de la cultura es la gente de la cultura, lo que resulta un poco indignante. Los derechos de autor, la propiedad intelectual, los nuevos modos de generar beneficios sobre el gran capital del siglo XXI que es la innovación y el conocimiento debiera ser motivo de mucho más debate, pero nos cuelan leyes por donde quieren y no decimos ni hacemos NADA.  A ver si esto no es motivo de pelea.  

derecho de autor

 

2.- Tal vez sería un despropósito pedir el libre acceso a internet en todos los espacios, parece que la lógica nos lleva a pensar que en las casas y en los espacios particulares quien lo quiera que lo pague, pero y en los espacios de enseñanza pública, no sólo escuelas, bibliotecas, museos, archivos, etc. En este momento de la historia me da la sensación de que internet es igual que  en su momento fue la educación, comenzó siendo para una casta de privilegiados y llegada la revolución francesa todo el mundo entendió que tenía que ser pública y obligatoria. Debiera llegar una revolución francesa para esto de la neutralidad de la red, publica y obligatoria. La red en los lugares públicos debe ser obligatoria y de libre acceso. Todo el mundo debe tener la posibilidad de tener acceso a ella de forma gratuita en algún lugar cercano a su hogar. Tal y como sucede con la educación ( bueno en España ya te mandan a estudiar a 110 kms de distancia, pero este gobierno es un mal pasajero, espero). Que las grandes compañías se sigan enriqueciendo con una herramienta educativa por excelencia ¿no es como para pelear?

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3.- Mecenazgo Vs Responsabilidad Social. Nunca he entendido muy bien porqué los procesos de responsabilidad social en educación, en salud, en medio ambiente, responden a eso, a  procesos necesarios para consolidar cambios y transformaciones reales, mientras que en cultura todo lo más se financian eventos sueltos, sin continuidad, sin vocación de transformación social real. En los otros sectores gana el proceso por sobre la empresa que lo financia, parece que de verdad convencen de lo que quieren hacer. En cultura siempre gana el famoso faldoncillo por sobre el evento, ese donde se dice “Quienes financian qué”. Parece que el evento muchas veces da igual, lo importante es quien lo patrocina. Y claro así nos luce el pelo con las famosas leyes de mecenazgo y las fundaciones culturales y los modos de realizar aportes mixtos público privados en esto de la cultura, un desmadre de intenciones, una avalancha de confusos intereses, una derrota más para el desarrollo de la cultura. No tenemos la capacidad de presentar procesos, o no tenemos la capacidad de hacernos entender cuando los contamos… o sencillamente no le interesamos a nadie. Yo creo que la mayor parte de las veces nos vendemos por un plato de lentejas … ¿no es motivo para pelear?

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4.- Las ciencias sociales y las llamadas ciencias puras, su divorcio, ¿está condicionando el proceso de evolución? Las ciencias como la medicina, la química, la física, la matemática han experimentado un crecimiento sin parangón en los últimos años. Pero pareciera que las ciencias sociales han quedado muy rezagadas; esa disciplina que parece ser el gozne entre las dos materias, la economía, mezcla de matemáticas, sociología, sicología,  algo de estadística y mucho de predicción de futurólogos, es la muestra que deja de manifiesto que nadie dialoga con nadie. A las personas nos ayudan a ser cada vez más viejas, pero ¿nos ayuda a vivir cada vez mejor nuestra vejez? La tecnología nos ayuda a conocer cada vez más cosas, pero nadie nos ayuda a cambiar los modelos de trabajo con esos nuevos conocimientos. Cada vez es menos necesaria una memoria retentiva, pero nadie crea nuevos libros de texto para los otros modos del aprendizaje. La cultura, los procesos teóricos de construcción de identidad, de cohesión de participación, de apropiación del conocimiento, ¿no tiene nada que decir/hacer al respecto?

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Esto es lo que tiene tener una semana de pasión por delante y que la pasión sea justo lo contrario de lo que yo soñaba… ¿¿¿No es motivo para pelear???

 

 

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17 marzo 2013 7 17 /03 /marzo /2013 16:21

 

Pareciera que con la crisis la cooperación cultura desapareció, lo que evidentemente es falso. Lo que ha desaparecido es un modelo, que en su momento fue útil, o al menos yo así lo creo, movilizó muchas dinámicas interesantes, y propuso muchas metodologías de trabajo que en la actualidad están siendo transformadas por una realidad que las obliga a repensarse y renovarse. La cooperación cultural sigue creciendo con fuerza, pero con dinámicas muy diferentes a las que traía desde el siglo XX.

Como muestra sirva el fenómeno de las redes, cada vez más en marcha, el cofinanciamiento, el copatrocinio, el micromecenazgo, las nuevas oficinas de trabajo compartido. Sin olvidar  modelos como el  que han puesto los músicos a funcionar  componiendo nuevas piezas desde lugares diferentes. El intercambio de obras literarias, la capacidad de conocer las  imágenes rodadas en  lugares muy lejanos a aquel en el que vivimos, etc.

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La gente de la calle, la de a pie, la que va a “pata pelá” sigue creyendo en esa máxima de  que la cultura activa y reactiva los procesos de trabajo compartido. De cohesión social. De participación en la construcción de un mundo diferente. La gente del común sabe que lo que hay  es que hacer y dejar de pedir, construir,dejar de esperar, comenzar a realizar.

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Ante esto las instituciones tienen cada vez un menor protagonismo, una capacidad menor de influir, de proponer, de edificar ese modelo nuevo que las sociedades están elaborando por su cuenta. Incapaces de adelantar propuestas  aceptadas por la ciudadanía, incapaces de entender dónde está la ciudadanía.

Es en la cultura donde se puede y se debe poner en marcha un nuevo modelo institucional de trabajo compartido. Es desde  la cultura desde donde los gobiernos pueden  acercarse a la ciudadanía, para aprender sobre  los nuevos modos de verse en conjunto. De sentirse cerca, de hablarse, tal y como hace la sociedad civil,  los que no tienen otro modelo de institución que las avaladas por  ellos mismos.

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La institucionalidad de cultura va a la zaga. El que haya caído el aporte de algunos países, como  España,  lo que ha conseguido es dejar de manifiesto que esos países que se quedan sin dinero parecen al tiempo quedarse sin ideas. Sin fuerza, sin ganas y sobre todo sin proyecto de construcción cultural compartida. Porque si la cultura como sector nacional se ha quedado rezagado en gran parte de los países, el componente internacional de los sectores oficiales se ha quedado todavía más atrasado. No se reúnen y cuando lo hacen es para debatir lo mismo que ya debatieron hace muchos, muchos años. No se piensan en conjunto, no son capaces de dar nuevas ilusiones, perspectivas, ni ideas a quienes esperan que algo bueno salga de esas cabezas.

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No es un problema de dinero. Es un problema de ideas. De ganas,  de fuerza,  y creer en el proyecto que se tiene entre manos. Hacer cosas juntos es sobre todo tener la intención de hacer cosas juntos. Los medios se irán descubriendo por el camino.

El protagonismo de la cooperación cultural está en estos momentos en los ciudadanos de a pie, y si las instituciones no saben mirar y aprender quedaran fuera de juego, quedaran para seguir construyendo eso… declaraciones de intención. Lo malo es que los ciudadanos de a pie las seguimos necesitando, por eso no cuestionamos su existencia, cuestionamos su presencia.

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27 febrero 2013 3 27 /02 /febrero /2013 13:22

Esta maravilla de país que es Colombia me ha dado la oportunidad de repensar muchos conceptos, sobre la “bendita” disciplina a la que me dedico hace ya algunos años;  la Gestión Cultural, así con mayúsculas. Una profesión de la que cada día me enamoro con más fuerza y la siento más y más necesaria para ir transformado realidades y cambiando modelos de actuación en esta difícil tarea que es el estar juntos. La profesión ha sido definida y redefinida en múltiples ocasiones, pero siento que todavía no hay una conciencia clara  de cuáles son las diferencias entre un gestor, un animador, un empresario, un manager, un curador, o un programador. ¿Existen políticos de la cultura? ¿El papel del gestor tendría que ser más político y el resto más tecnocrático? ¿Cumple de verdad la cultura un rol en la política?

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Hace poco un gran amigo me hablaba de la función social de los museos. Hace un poco más tuve la suerte de participar en uno de los procesos de búsqueda más serios que se han llevado a cabo sobre el rol de la cultura en las acciones de desarrollo, de crecimiento social. He escuchado a gente decir que la entrega de los Goya no es el lugar para hacer mítines, como también he escuchado a gente decir todo lo contrario. La prensa de extrema derecha se enfada por las incongruencias de los actores  y perdonan las estafas de banqueros que  se permiten ir a consejos de dirección de más de 200.000 euros al año. 

La cultura siempre ha tenido una función política que enaltece los ánimos de quienes piensan que trabajar con la creación, las ideas y los símbolos que construyen sociedades debe estar fuera de los debates y las diatribas, y que si está dentro tiene la obligación de mostrar una coherencia que en cambio no se le exige a los políticos, ni a los banqueros, ni a todos esos seres circunspectos que afirman trabajar por el bien social mientras permiten suicidios y desahucios por donde pasan y sobre todo pisan.

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Creo que los protagonistas de la cultura tienen que entrar y cada vez con más fuerza en el pensamiento político. Repensar  qué pueden ayudar a  cambiar en esta “fracasada” estructura social.  

Repensar el derecho de autor en una sociedad en que las empresas de comunicación son las dueñas del mundo, significa repensar un nuevo modelo de repartir la riqueza. Repensar la historia en una sociedad que ha convertido el patrimonio en un juego de turistas ricos, significa volver a plantear el valor de una identidad mercantilizada, de la que se cuelgan muchos nacionalismos baratos (no creo que haya nacionalismos caros). Repensar qué hacer de verdad con eso que defendemos como diversidad y que a veces se convierte en una disimulada estrategia para conservar privilegios de unos pocos frente a necesidades de otros muchos; o para aplastar los derechos de unos pocos por la presión de unos que no son muchos pero sí tienen mucho. Repensar unos derechos culturales que han de estar al servicio de la comunidad antes que al servicio de los objetos que veneramos como fetiches de religiones sin dioses.

Tomar partido ante problemas que son culturales como la legalización de las drogas. Las drogas antropológicamente se han venido utilizando y la educación ha sido el freno para evitar los abusos en su consumo. La educación, no la prohibición que genera capitales ocultos que benefician a muchos que se niegan a admitirlo.

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Revisar entonces el papel del Gestor Cultural con mayúsculas es replantear el papel político de la cultura y es formar gestores públicos que tengan en la mira muchas más cosas que la relación con la banca o la estructura del proceso fiscal. Es formar a gente que ayude a pensar el modelo de país que queremos construir, con el modelo de memoria que vamos a utilizar para ello, y la comunicación que vamos a facilitar a los ciudadanos para que se puedan expresar y participar en la renovación social que a todos nos incumbe.

Tengo la suerte de vivir en un país que se toma muy en serio la cultura, no sólo desde sus instituciones, también desde sus formas y estrategias de organización civil. De participación ciudadana. De reflexión social. Vivir aquí es lo que me ha generado  esta catarata de ideas sueltas que creo deben irse hilvanando en futuros cercanos. He vuelto a descubrir con pasión que la Gestión de la Cultura es una profesión en la que la política no puede y no debe estar ni ser ajena, porque en el fondo y en la superficie el Gestor Cultural es un pensador social. Y eso se pongan como se pongan los puristas de la gobernanza es Hacer Política; con Mayúsculas.

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14 febrero 2013 4 14 /02 /febrero /2013 14:55

 

 

Cuando era joven tenía la ilusión de no verme nunca mayor,   ahora  tengo la certeza de que eso no va a ser así. No me molesta nada haber crecido,  sé  que algunas cosas son inevitables, no he perdido la ilusión, sólo estoy aprendiendo a mezclarla con  las certezas.  

La ilusión es  una de las fuerzas de la juventud, al tiempo que también una de sus grandes enemigas, porque hay que aprender a encajar las desilusiones, a entender las certezas  no como derrotas de la ilusión, sino como espacios de renacimiento de nuevas verdades. Verdades que  constatamos sin esperanza de  retorno.

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La certeza (en España)  en esta ocasión se llama crisis. La ilusión ante esta etapa es salir con otras miradas, con otras maneras de poblar el planeta. Esas otras miradas nos van a costar mucho. Vamos a tardar mucho en aprender a encajarlas.

Sigo teniendo la ilusión de que los que nos dedicamos a la cultura sepamos aportar certezas que sirvan para el cambio. Lo que veo, lo que siento y escucho a cada rato es que el sector cultural sólo se preocupa de su malestar. No el famoso malestar en la cultura al que se refería Freud y con cuyos principios estoy en general acuerdo. No. El malestar de quienes quieren seguir pensando que la cultura ha de  seguir siendo el espacio en que los ministerios financien a unos pocos y desprecien a otros muchos. Parece que sólo entendemos los ministerios de cultura si tienen fondos concursables (subvenciones coloquialmente hablando).el-malestar.jpg

Los ministerios de cultura debieran servir para construir el modelo de país que queremos tener. Construir. Edificar entre todos. Con conflictos, con diferencias, con peleas, pero el de todos. Si no lo hacen los ministerios debemos hacerlo desde la sociedad civil. 

Si la cultura de las artes plásticas me sirve para aprender a mirar, la de la música para aprender a escuchar, la de las artes audiovisuales para aprender a imaginar, la de la literatura para aprender a escuchar, y así podríamos seguir; por qué la cultura en general no nos sirve para aprender a entender  los cambios y trasladarlos a quienes  de verdad los tiene que incorporar, a los ciudadanos.

Y ese es un peligro incluso mayor que el de la crisis económica, pues puede provocar una indefensión absoluta: nadie cantará a Beethoven, o a Schiller, porque nadie recordará que el arte es aquello que consuela cuando existen muros y aquello que enaltece cuando se destruyen fronteras. En consecuencia, nadie sabrá, tampoco, que eso que llamamos cultura, a la que Europa —más que otras regiones del mundo— lo debe todo, es un ejercicio de libertad y de orientación en el laberinto de la existencia. Para eso necesitamos todo lo que ahora, con una celeridad increíble, estamos abandonando. Es cierto, como dicen muchos profetas actuales, que la cultura —la “cultura europea”, se entiende— es superflua y anacrónica, pero no es menos cierto que también la libertad es superflua y anacrónica desde un punto de vista estrictamente pragmático. Se puede existir —no sé si vivir— sin ser libre. También se pueden hacer grandes negocios o tener éxito en la profesión. La libertad no es necesaria pero, como demuestra el ejemplo de Antígona, es imprescindible. De eso, durante siglos, nos ha hablado la cultura europea a los europeos. Y es eso, precisamente, lo que hoy se aleja de nosotros.

¿Una ilusión puede ser  querer cambiar  una certeza? Sí, y  los años nos enseñan a saber que ilusiones pueden llegar a  ser ciertas y cuales  no lo van a ser nunca. Por más que la medicina nos siga “ayudando” nos vamos a morir, de esa certeza vive la religión, las religiones. Tenemos la ilusión de que esa muerte no sea más que un tránsito hacia otro espacio, otro lugar, parece que  los buenos irán a un sitio y los malos a otro, un lugar donde por fin renacerá la justicia, (es decir que Gallardón estará en el de los malos)  Hoy tengo una ilusión que me gustaría mucho convertir en certeza. Sin convertirla en religión, sin predicarla como la verdad y la salvación, sencillamente una ilusión que quiere cambiar a certeza.

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Tengo la ilusión de que los que trabajamos en cultura sepamos hablar de sociedad, y apostar duro por cambios que no sólo afecten a las subvenciones, o la celebración de espectáculos, o la bajada o subida del IVA o del IRPF. Tengo la ilusión de que los periódicos cuando hablen de cultura hablen de maneras de transformar. De modos de  cambiar estilos de gobierno, de maneras de pensar diferente a lo que hasta ahora ha sido la “tónica” del pensamiento. Tengo la ilusión de que eso que llamamos cultura siga sirviendo para ese ejercicio de libertad y de orientación en el laberinto de la existencia,  Porque la certeza es que los políticos, la política, esa que desprecia a la cultura, no sirve; está “conchabada” con los bancos (deleznable el espectáculo del encierro de Draghi en el congreso de los di-putados en España). La política actúa en una grandísima medida contra el bienestar de los ciudadanos  y para su propia supervivencia, la de esos partidos que dicen hacerla y que lo único real es que la deshacen.

Tengo la ilusión de que la cultura sirva para denunciar, poner de manifiesto, explicar otros modos de estar en sociedad, otras formas de crear ciudadanía. Tengo la ilusión de que la cultura se convierta en un modelo de debate, de conflicto sin armas, de confrontación sin violencia. Si eso significa que nos quiten las subvenciones, que no nos den ayudas, que nos suban el IVA o que no nos dejen hacer la gala de los Goya, pues mala suerte.

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La gente y sobre todo nosotros necesitamos saber que estamos ahí, en una ocasión ya hicimos mucho porque se fuera ese señor bajito y con bigote… no, no franco, el otro bajito y con bigote. Es hora de sacar a este,  al que le han crecido las barbas… y se las vamos viendo cortar… ¿Ponemos las nuestras a remojar? No,  se las terminamos de cortar. Las barbas. Y punto. Es hora de acabar con esta manera de hacer política, y con esta manera de quejarse desde la cultura. Construir es la mejor manera de demostrarles que ellos no nos podrán destruir… Por mucho que se sigan empeñando.

 

http://elpais.com/elpais/2013/01/17/opinion/1358431678_706569.html

El subrayado es de cosecha propia, no venia así en el original. 

 

 

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25 enero 2013 5 25 /01 /enero /2013 21:49

Siempre me pregunté cuál era la causa por la que si normalmente quien abandona el hogar, deja a los niños indefensos, se bebe el agua de los floreros en cuanto cobra, es el hombre, la lengua popular se refería a la gente mala como hijo de puta. A esos personajes turbios y sibilinos cuando hacían algo retorcido se les mentaba con esa expresión tan de acá, tan de américa del sur que es “la puta que lo parió .

 

Uh-que-buen-piercing-La-puta-que-te-pario.jpgMe preguntaba esto mientras una ministra en España trataba de unificar el lenguaje de género con la palabra "miembras" y se afanaba a cada rato en hablar de niñas y niños, de ellas y ellos. Pero en la sabiduría popular la denostada, la que siempre era insultada era precisamente la que se quedaba, la única que había evitado el abandono total de los niños, que fueran peores personas gracias al amor que les daba, el sustento y alivio en las horas de enfermedad y soledad; La mujer.

Quien da la cara, quien de verdad se juega el pellejo por la gente y por la sociedad, por ese concepto de sociedad que significa un bien común, es la mujer, en una grandísima medida, pero las únicas correcciones de lenguaje que hemos abordado para incorporar una visón de genero mas equitativa y que responda a la realidad son esas “a” al final de cada palabra que llevaba una “o”, todo lo demás lo hemos dejado igual.

Hay otra serie de palabras a las que nunca se nos ha ocurrido darles el giro contrario, y las hemos dejado tal cual, la pobreza, la miseria, la tristeza, la pena, palabras que como la alegría, la sonrisa, la belleza, estarían ridículas con una “o” al final; las palabras que expresan los sentimientos, esos sentimientos que nos convierten en seres humanos son en su gran mayoría femeninas.

La realidad se compone de palabras femeninas y de palabras masculinas, así como de palabras neutras, y me parece bien hablar de niñas y de niños. Me parece bien hablar de ellas y de ellos, pero me parece que si la reforma de una lengua es tan superficial y el proceso real que atraviesa su transformación  sigue quedando tan lejos de ser inclusivo, no estamos avanzando, no estamos modificando  de verdad lo que es un sentimiento colectivo. Un sentimiento que se originó en esa maldita metáfora que es el génesis, cuando una mujer se atrevió a acercarse al árbol del conocimiento y desde esa indisciplina, llegaron todas las desgracias a la humanidad.

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Cuando se pone feo se pone negro, cuando no funciona está cojo, si se echa para atrás en una decisión es un maricón; pero decimos seguir  peleando por políticas menos xenófobas, menos racistas, más capaces de incorporar las minusvalías físicas y síquicas. Por ser menos homófobos. Nuestros medios de comunicación masivos, hacen poco por dar una sensación real de equidad y de presencia de aquellos que han sido expulsados de la sociedad. Es muy raro ver afros en la presentación de programas con gran audiencia. Muy raro ver minusvalías aceptadas con sinceridad y no con lastima. En cambio es muy fácil que el malo de la peli de polis en la tele sea negro, y el jefe de los mafiosos sea una persona con algún defecto físico o psíquico. Pero de lo psíquico hablaremos en otro momento.

Raro esto del lenguaje y los cambios superficiales que le hacemos. Raro, raro.

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