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3 junio 2013 1 03 /06 /junio /2013 17:33

Antes hablar de  cooperación era casi sinónimo de asistencialismo,  hoy cooperar  significa cada vez más hacer  cosas conjuntamente. Buscar cooperación ya no es  buscar el capital puro y duro, a eso se le llama subvención, préstamo o financiación;  cooperar  es pensar, ejecutar, evaluar y comunicar con otro u otros. Como anunciara en su momento Néstor García, la cooperación se va moviendo a la cooproducción. 

Las palabras mutantes como le escuche por primera vez a mi querido Juan Luis Mejía son así de maravillosas, se mueven entre significados y épocas, en ninguna fueron falsas y en ninguna terminan por ser ciertas, en  sus estadios van construyendo su significado.

Hace  casi dos años escribí un libro en que reflexionaba sobre algunos procesos de la cooperación cultural;  lo dicho  en el momento que  se escribió, era completamente cierto. Hoy no se  ha  vuelto falso, ha evolucionado hacía otros espacios que son maravillosos e igualmente validos aunque a veces sean  diferentes de los anteriores. 

El dialogo se está abriendo  de forma interdisciplinar,  cada vez más se va viendo la impostergable necesidad de construir nuevos modelos de educación que dialoguen con la cultura, procesos de medio ambiente que se estructuren en torno a comportamientos culturales, campañas de prevención sanitarias apoyadas en los modelos culturales de las regiones donde se ponen en marcha. Sin mencionar los avances en la relación entre ciencia y cultura,  o la continua simbiosis que se viene produciendo entre economía y cultura, aunque por desgracia  la economía sigue pareciendo impermeable a los procesos culturales y por el contrario la cultura se ha dejado permear en exceso por los económicos.

interdisciplinar.jpg

http://actuas.jimdo.com/

Pero un síntoma preocupante está  sacudiendo la relación de los espectadores con la cultura, la “gratuidad”. La argumentación para justificar la misma es fácil, una vez que acostumbres a los espectadores a asistir a determinados espectáculos ellos los buscaran y asistirán pagando. Parece que algunas investigaciones han demostrado lo cierto de esa tesis, la generación de nuevos públicos necesita seducción  y para ello es imprescindible que se acerquen por primera vez.  Dar a conocer, acercar, poner la miel en los labios, son procesos que parecen dar  resultados positivos, pero sin duda acarrean algunas reacciones contrarias a lo esperado.

Entre la contundente bajada del poder adquisitivo de los ciudadanos, las subidas indiscriminadas de algunos espectáculos mayoritarios y comerciales, y la oferta gratis en muchos medios virtuales de infinidad de productos culturales, los modos de financiación de la cultura están sufriendo retrocesos que los hacen en mucha ocasiones inviables.

L-Bruni-El-precio-de-la-gratuidad.jpg

Creo que el siguiente paso que se debe dar es el de la cooperación entre el público y el creador. La cooperación entre quienes consumen determinados productos culturales y quienes los producen. Las  medidas policiacas implementadas por las sociedades de gestión en algunos lugares, sumadas a los  procesos de corrupción, han construido una referencia nefasta.

Por otra parte seguimos sin atrevernos a mirar a quienes más se benefician de las creaciones ajenas, que no son quienes las bajan, sino quienes prestan sus plataformas para que eso suceda. No es culpando ni sancionando a los consumidores como vamos a cambiar este proceso de “gratuidad”, es repensando el valor de la cultura y renegociando unas leyes de derecho de autor que en este momento se muestran ineficaces para creadores y  consumidores y excesivamente benéficas para los distribuidores en masa de contenidos,  dueños de medios de comunicación y plataformas de distribución masivas. Una mirada del siglo XXI para un problema del siglo XXI, pero da mucho miedo en el terreno político meterle mano a esos grandes conglomerados que quitan y ponen mandatarios con tremenda impunidad.

Como siempre la ley favorece a los más fuertes, pero los más débiles tenemos en nuestra imaginación y nuestras propuestas algunas de las llaves para el cambio. La cooperación entre "creadores" y "consumidores", una mayor sensibilidad de las políticas  que las haga capaces de respetar a los autores, al tiempo de generar facilidades de acceso para quienes quieren conocer los productos, creará sin duda una mayor sensibilización de los consumidores hacia los creadores, para mejorar una relación que no atraviesa sus mejores tiempos. Más plataformas legales, con precios asequibles, con tarjetas de prepago, con posibilidades para quienes no están en los sistemas bancarios, en fin una serie de medidas que se hablan y se hablan, pero que no terminan de nacer, y que quizá debieran hacerlo de la mano de esas plataformas de creadores que son las entidades de gestión de los derechos de autor. 

derecho de autor

 

Son muchos los ejemplos de co. operaciones como los que me mostraron en este último viaje a Manizales y cuyos links pongo en los recomendados de junio. Hay mucha, mucha nueva manera de acercarse a procesos conjuntos y compartidos de hacer y mostrar. Pero todavía hay rezagos que no se han terminado de solucionar de forma compartida. Hay síntomas preocupantes de que en los procesos culturales todavía se hacen cosas - y muchas - en las que no se consulta con todo el mundo y se trata de imponer el beneficio para unos pocos. Algo en lo que no sólo hay mucho dinero en juego, hay mucho de eso que hemos dado en llamar transferencia de conocimientos. Acceso y participación. Hay mucho para seguir mutando la palabra cooperación a estadios cada vez más participativos. Evitando los viejos modelos impositivos, buscando soluciones que beneficien a muchos, que no sólo piensen en unos pocos, por poderosos que estos sean. 

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Comentarios

R
Querido Fernando: debería existir, al lado del "me gusta", un "me encanta". Un fuerte abrazo.
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